Ángel Gómez Rivero
Madrid, Calamar Ediciones, 2009
496 pp. - 24 €
En el ámbito cultural, como en todo, las modas se suceden a un ritmo vertiginoso, y lo que ayer estaba a la última hoy huele a podrido -una metáfora muy al hilo del tema que trataremos, como verán enseguida-, mientras nuevos productos reclaman su parcela. El terror no es una excepción, y justo cuando los expertos empiezan a vaticinar el final de la moda vampírica a rebufo del éxito de Crepúsculo de Stephenie Meyer y su adaptación cinematográfica, y que podría finiquitar la continuación oficial (¿y sacrílega?) del clásico de Stoker, Drácula, el no muerto de Dacre Stoker y Ian Holt, parece que son los zombis los llamados a surgir de sus tumbas para poblar los anaqueles de las librerías y las carteleras de medio mundo.
Así pues, justo en el momento en el que se publica la revisión del clásico de Jane Austen Orgullo y prejuicio en clave zombi, aparece una novela como Zombis rubias, las guías de supervivencia de Max Brooks triunfan allá donde van o una editorial como Dolmen anuncia toda una línea de libros y cómics dedicados al subgénero, sin olvidar varios cómics de similar temática, la crítica cinematográfica no podía mantenerse al margen, y han acabado confluyendo dos títulos de temática similar: por un lado, José Manuel Serrano Cueto publica Zombie Evolution (El libro de los muertos vivientes en el cine), que no tengo el gusto de haber leído porque, aunque la hipotética existencia de los muertos vivientes pueda hacer pensar lo contrario, nuestro tiempo es limitado y hay que dosificarlo con extremo cuidado; y por otro se edita el título que nos ocupa y que ya anunciamos en su día: Cine zombi, la apuesta de Calamar Ediciones -una editorial que poco a poco va construyendo un catálogo de libros sobre cine fantástico y de género verdaderamente envidiable- y de un servidor como lector irredento de libros de cine y fan fatal de las películas de miedo.
Ángel Gómez Rivero no era un desconocido para mí, y no solo por haber disfrutado de su anterior Casas malditas. La arquitectura del horror, también de la mano de Calamar y dedicado a glosar las películas del género protagonizadas por mansiones encantadas y edificios afines. A Gómez Rivero lo he seguido como contertulio en foros de Internet dedicados al cine como arte e industria y al DVD como soporte digital, y sus palabras siempre han denotado tanto amor hacia el séptimo arte como conocimiento del mismo, destilando un juicio formado con el que, claro, se puede o no estar de acuerdo en según qué ocasiones, pero que lejos de adoptar una postura talibán que no se para en contemplaciones opta por dar forma a un criterio de opinión y valoración tan lógico y coherente como pueda serlo cualquier criterio referido a un objeto artístico, siempre diana de filias y fobias particulares.
Si hablamos de filias, a Gómez Rivero le pierde el cine clásico: por eso, particularmente suculentos son los primeros capítulos de este libro, adelanto ya, indispensable, donde el autor se detiene pormenorizadamente en analizar los primeros clásicos incontestables del género, como La legión de los hombres sin alma de Victor Halperin o, por supuesto, Yo anduve con un zombie de Jacques Tourneur... sin olvidarse de otros títulos afines a la temática aunque no estrictamente ubicables dentro de sus fronteras, como las silentes El gabinete del doctor Caligari de Robert Wiene o El hundimiento de la casa Usher de Jean Epstein, según el cuento de Edgar Allan Poe.
Pero no teman los detractores -ellos se lo pierden, dicho sea de paso- del cine clásico: apenas superado el primer centenar de páginas de las casi quinientas de las que consta el libro aparece el nombre y la película que todos esperaban, y que terminó de redefinir el género del horror en la gran pantalla siguiendo la estela de Psicosis de Alfred Hitchcock y abriendo el camino a clásicos contemporáneos incontestables como La matanza de Texas de Tobe Hooper. Me refiero, claro, a George A. Romero y La noche de los muertos vivientes, que en 1968 hizo tambalearse a los drive ins de toda Norteamérica con una pesadilla en blanco y negro donde el horror se alejaba del espacio exterior de donde llegaban los extraterrestres comunistas o de los grandes salones de fastuosos cortinajes de la Hammer para surgir del cementerio más cercano.
Demostrando estar a la última, Gómez Rivero analiza toda la saga de Romero al completo, de la trilogía original a las posteriores La tierra de los muertos vivientes y El diario de los muertos, sin olvidar los remakes firmados sucesivamente por Tom Savini (que en mi opinión alaba en demasía, pero para gustos...), Zack Snyder (este sí, magistral para ambos) y Steve Miner (este último, inédito en España), así como la nueva aportación de Romero, Survival of the Dead, que aquí se cita de pasada.
Los amantes del cine mediterráneo más abisal, entre los que me cuento, también están de suerte: Lucio Fulci y sus películas de muertos vivientes -Nueva York bajo el terror de los zombi, pero también Miedo en la ciudad de los muertos vivientes y, más tangencialmente, la tan fascinante como absurda Aquella casa al lado del cementerio-, todas ellas hechas con pocos medios y mucha osadía, también son comentadas en Cine zombi, sin olvidar a maestros como Mario Bava y su Terror en el espacio, las muy populares en los años 80 Demons y su secuela, o la increíble -que el espectador le dé su valoración, positiva o negativa, al adjetivo, pues ambas son en cierto modo válidas- La invasión de los zombies atómicos de Umberto Lenzi.
Y en cuanto al cine patrio, no podían faltar Paul Naschy y Jesús Franco, nombres clave del cine fantástico español por mucho que les pese a algunos, así como los templarios de Amando de Ossorio, a los que el autor dedica un capítulo al completo, o la exitosa [REC] de Jaume Balagueró y Paco Plaza, de la que acaba de estrenarse la segunda parte. Pero si hay un nombre al que Gómez Rivero dedique especial atención ese es el de Jorge Grau, gracias a su innegable aportación al subgénero: No profanar el sueño de los muertos. El propio Grau es el autor del prólogo con el que se abre el libro, y una entrevista con el realizador de la también interesante Ceremonia sangrienta sirve como colofón, cerrando la obra como un círculo perfecto.
Uno de los mayores atractivos de Cine zombi es su exhaustividad: como decíamos, Gómez Rivero muestra una particular querencia por el cine clásico, pero su rendida y confesa admiración por maestros del celuloide primitivo como Murnau o Dreyer no es obstáculo para haber visto y comentado hasta la última producción de serie Z rodada de forma casi amateur (a veces puede eliminarse el casi) y distribuida en el mercado doméstico. Por esa misma razón, no faltan tampoco aquellos títulos donde horror y humor se unen con mayor o menor acierto -de Braindead de Peter Jackson a la más reciente Dead Snow, sin olvidar la casposa Blood Diner, la lamentable Undead or Alive o la inevitable Shaun of the Dead-, o un reflejo de aquellos títulos que no están protagonizados realmente por muertos vivientes -dado que la amenaza en cuestión no ha pasado por el tránsito de la muerte- pero sí por contaminados que actúan como verdaderos zombis; esto es, títulos como 28 días después (y su espléndida secuela dirigida por Juan Carlos Fresnadillo), los primeros trabajos de David Cronenberg Vinieron de dentro de... y Rabia, las adaptaciones del texto de Richard Matheson El último hombre... vivo y Soy leyenda, o la rabiosamente divertida Planet Terror de Robert Rodriguez.
En definitiva: que podríamos decir, al menos a fecha de hoy, que estamos ante la aportación definitiva a la bibliografía cinematográfica (y televisiva: el autor no se olvida de la interesante Dead Set) española a este subgénero del cine de terror, por la profusión de datos y el interés de los análisis efectuados por el autor. Además, esto viene de la mano de una maquetación atractiva, con un gran número de ilustraciones -siempre he defendido que si hay un tipo de libros que han de ser ilustrados, estos han de ser los libros sobre un arte tan visual como es el cine- tanto en blanco y negro como en color. Como único pero, que al Apéndice II, un índice alfabético de títulos citados verdaderamente funcional, se le llame "Filmografía selecta". Pero como imaginarán, esto es pecata minuta que ni se acerca a enturbiar los logros de un libro, a mi entender, indiscutiblemente indispensable para todo aficionado al cine de terror, guste más o menos de las películas protagonizadas por estos muertos en vida.
[Fotografías: La noche de los muertos vivientes, Ángel Gómez Rivero, Yo anduve con un zombie, La noche de los muertos vivientes, El diario de los muertos, Demons, No profanar el sueño de los muertos, Dead Snow, Dead Set.]