sábado, 12 de septiembre de 2009

MALDITOS BASTARDOS

Malditos bastardos
Quentin Tarantino
Barcelona, Reservoir Books Mondadori, 2009
176 pp. - 16,90 €



El arte de escribir guiones cinematográficos, como el de elaborar obras teatrales, debe asumir siempre su condición de tránsito, su naturaleza de provisionalidad, pues el fin último de todo libreto es, al igual que el de un drama es ser representado sobre las tablas, verse filmado con una o varias cámaras, montado con una mesa o un programa de edición y proyectado en una pantalla.



Por ello, la lectura de guiones cinematográficos siempre se ha visto relegada a un término que ni siquiera es el segundo, sino uno de los últimos de una larga lista donde le anteceden el consumo de novelas, ensayos y hasta el nunca bien ponderado género del relato corto. Y al igual que la lectura de obras de teatro queda reducida en la mayoría de los casos a los estudiosos -sean profesionales académicos o sufridos estudiantes- de cualquiera de las literaturas nacionales, la de los guiones de cine siempre ha estado destinada al consumo de un grupo de lectores muy reducido y fiel.



Pero quizá sea Quentin Tarantino uno de los pocos autores de guiones -otro podría ser Woody Allen- llamado a superar las fronteras de esta reducida camarilla: cuando la edición de guiones en España se reduce a iniciativas tan loables como aisladas como la de la librería (y editorial) 8 y 1/2, y aquellos tiempos en los que Alianza editaba en formato de bolsillo guiones de cineastas como Antonioni o Godard están prácticamente olvidados, Mondadori se descuelga con la edición del guión de Malditos bastardos, la última locura cinematográfica de este enfant terrible de Hollywood, de este nuevo Rey Midas del celuloide... con permiso de Steven Spielberg.



Todavía recuerdo la agradable sorpresa que supuso en su día, a comienzos de los años 90, la edición, si no recuerdo mal también por Mondadori y en su línea Reservoir Books -además, una colección de nombre inspirado en la ópera prima del realizador norteamericano: Reservoir Dogs-, de la publicación del guión de Pulp Fiction, escrito a medias por Tarantino y su otrora amigo del alma Roger Avary. Muchas cosas han cambiado desde entonces: Avary ya no es su mejor amigo -según una conocida revista especializada ahora lo es Eli Roth, el director de Hostel, como entre uno y otro lo fue Robert Rodriguez-, y Tarantino ya no está sujeto a las coordenadas de un género -casi podría decirse que su cine es un género en sí mismo- ni necesita de Palmas de Oro ni Oscars al Mejor Guión Original que revaliden su valía y lo mantengan en el candelero de la actualidad cinematográfica internacional.



Solo así se entiende que en un terreno yermo para este tipo de iniciativas todavía aparezca la edición de un guión como una de las novedades calientes en el principio de curso editorial. Así, Mondadori vuelve a apostar por el realizador de Death Proof y edita, simulando condición de facsímil, este guión de apenas 160 páginas que ha acabado por plasmarse en la pantalla en un film de unos 150 minutos (casi se cumple esa aproximación que suele establecerse de "1 página = 1 minuto").



¿Qué cuenta Malditos bastardos, guión y película? Pues la venganza por parte de Shoshanna Dreyfus (Mélanie Laurent en el film), una joven judía, y de un grupo de soldados judeoamericanos a las órdenes del teniente Aldo Raine (Brad Pitt), contra Hans Landa (Christoph Waltz), un coronel del ejército nazi apodado "Cazador de judíos" que asesinó a la familia de la primera; todo ello en un plan de venganza que podría pasar también por el exterminio del mismísimo Adolf Hitler...



El resultado, claro, es un collage made in Tarantino, una película bélica que homenajea tanto a las manifestaciones del género realizadas con bajo presupuesto en Europa -el título lo retoma del nombre anglosajón de un film de Enzo G. Castellari de 1978, Aquel maldito tren blindado- como a los spaghetti westerns de Sergio Leone filmados en Almería (el primer título provisional de la película fue Érase una vez en la Francia ocupada), y cuyo guión permite disfrutar con las acotaciones de su autor, explicaciones de las que carecemos en el film (que ya disfruta del privilegio de la imagen para narrar) tan sugerentes y reveladoras como esta: "El auditorio recuerda una de aquellas películas de serie B donde Tinto Brass fusiló La caída de los dioses de Visconti". Cualquier explicación más al respecto sobra.



Como único aspecto negativo de la edición, señalar que el guión aparece despojado de cualquier material extra, y apenas está acompañado por un breve (pero revelador, eso sí) prólogo firmado por David L. Robbins, autor de títulos como The Betrayal Game, The Assassins Gallery, War of the Rats o Liberation Road. Si se hubiera acompañado el plato con el aliño de alguna entrevista con miembros del equipo artístico y técnico, alguna recopilación de fotografías a modo de making of impreso o algún estudio crítico sobre el cine de Tarantino -algo parecido a lo que Editorial AJEC ha hecho recientemente con el guión de Donnie Darko-, el producto resultante habría sido redondo. Así, tal como está, solo es redondo para los fanáticos de su autor y para, seguro que siguen existiendo, esos pocos lectores de guiones cinematográficos que no se perderán el título estrella -y a lo mejor el único- de lo que se publique este año.