lunes, 16 de septiembre de 2013

Lexicografía cinematográfica


Cine XXI. Directores y direcciones
Hilario J. Rodríguez & Carlos Tejeda (coords.)
Madrid, Cátedra, 2013
624 pp. - 32 €

Pequeño diccionario de cinema para mitómanos amateurs
Miguel Cane
Madrid, Impedimenta, 2013
384 pp. - 23,95 €




El que esto firma se confiesa un apasionado de los diccionarios. Me gustan todos, sean de la temática que sean; pero los que más me enloquecen, los de cine. Por tanto, las dos obras que centran la presente nota suponían un par de citas inexcusables para un servidor. Empezaré por la propuesta más ortodoxa, la que publica Cátedra y redacta un conjunto de críticos y especialistas en el séptimo arte encabezados por Hilario J. Rodríguez y Carlos Tejeda: Cine XXI. Directores y direcciones, un diccionario de consulta obligada desde ya para todo aquel que quiera tomarle el pulso al cine internacional que se viene rodando y estrenando en lo que llevamos de siglo.


Misión imposible III, de J. J. Abrams


Resulta harto curioso que la primera entrada del libro corresponda al recientemente entronado como nuevo Rey Midas de Hollywood J. J. Abrams y la última sea la del director de cine independiente Terry Zwigoff: dos caras de una misma moneda, dos posturas totalmente antitéticas, que demuestran la amplitud de miras con la que los autores del libro encaran el proyecto... aunque con un pequeño matiz que, por supuesto, justifica ideológicamente la oferta: para la confección del presente diccionario se han tenido en cuenta únicamente aquellos realizadores en activo una vez empezado el siglo XXI, independientemente de que a estas alturas ya hayan fallecido.


Casa de tolerancia (L'Apollonide), de Bertrand Bonello


Este argumento queda expuesto en el prólogo del volumen, que viene sin firmar pero que no me parece arriesgado atribuir a Rodríguez y Tejeda, los coordinadores de la obra. En dicho texto también se pone de manifiesto cómo algunos diccionarios previos -como los de Edmond Orts o Augusto M. Torres, este último disponible en un lugar privilegiado de mi biblioteca privada- han quedado obsoletos, así como se avisa al lector de que no espere ecuanimidad en la extensión de las distintas entradas que jalonan el volumen: unas son significativamente más largas que otras, a tenor de la mayor o menor importancia que sus autores den a la filmografía del realizador en cuestión.


Les amants réguliers, de Philippe Garrel


Acerca de las entradas propiamente dichas, merece destacarse la apuesta de sus respectivos autores (que firman cada una con sus iniciales, facilitando la localización de su autoría en la sección "Los autores" ubicada al final del volumen): cada entrada, además de suponer un breve repaso crítico acerca de la figura del cineasta elegido, se cierra con una filmografía escogida (por tanto, no completa), complementada por referencias bibliográficas y digitales que permiten al interesado investigar más a fondo sobre el realizador protagonista. Optar por una filmografía escogida, en la que además las películas consideradas como imprescindibles aparecen marcadas con un asterisco, supone una propuesta arriesgada pero desde mi punto de vista agradecible, en la medida en que la selección que articula la obra sirve de canon compuesto por recomendaciones a tener muy en cuenta.


American Gangster, de Ridley Scott


Por supuesto, en las páginas de este libro, salpicadas por cierto de numerosas fotografías en blanco y negro de algunas de las películas citadas, cada lector encontrará motivos de sobra como para echar en falta algún realizador y muchos más como para elegir de cada uno de los convocados otras películas en lugar de las aquí seleccionadas; no podía ser de otra manera tratándose de un libro de esta naturaleza, cuya lectura recomiendo encarecidamente desde aquí y que desde ya ocupa también un lugar privilegiado en mi biblioteca junto al libro de Augusto M. Torres y otros diccionarios de cine.




Muy distinta a la anterior, ni mejor ni peor (porque, francamente, juega en otra liga), es la particular propuesta de Pequeño diccionario de cinema para mitómanos amateurs, escrito por Miguel Cane y editado por Impedimenta con el buen gusto habitual que caracteriza a esta editorial, y al que no contribuyen precisamente poco las estupendas (o hermosas, como destaca la cubierta) ilustraciones de Ana Bustelo.


Miguel Cane


Hace algunos años, y gracias a la Semana Negra de Gijón, tuve la ocasión de conocer en persona al autor del libro, y aunque no recuerdo con exactitud si hemos llegado a compartir mesa (ya sea en un acto literario o en un restaurante), y los visitantes habituales de la SN entenderán que no lo recuerde con facilidad, el haber intercambiado entonces algunas palabras con este escritor mexicano es más que suficiente para ser capaz ahora de escuchar su voz al leer sus palabras en negro sobre blanco. Porque su Pequeño diccionario entra en la línea de esas obras personales que son más de autor que divulgativas, aunque no carezca del todo de este último valor.


Brooke Adams


Así, no espere encontrar el lector en sus páginas una guía ortodoxa de lo mejor, lo más interesante o lo más popular del cine de ayer y de hoy: la obra de Cane es un repaso absolutamente personal por el séptimo arte que a su autor más le gusta (o disgusta) e interesa, y que en ningún momento está sujeto a más justificación que las propias filias personales ni manifiesta tener que rendir cuentas a nadie. Reconozco que ya desde la primera entrada, dedicada a la estupenda pero un tanto olvidada actriz Brooke Adams (la de Días del cielo y la terrorífica y angustiosa La invasión de los ultracuerpos), el libro me ganó por entero, y en esa tónica se mantuvo mientras lo leía sin detenerme a descansar (porque este es uno de esos libros de no ficción de los que se dice que se lee como una novela para vender más, aunque esta vez sea de verdad), hasta que por fin alcancé la entrada postrera dedicada al realizador Fred Zinnemann (que significa hombre de cine, vaya).


Fred Zinnemann


Siguiendo con juegos de palabras: es curioso que el apellido Cane, pronunciado al modo anglosajón, se pronuncie casi igual que Cain, que no es otro sino parte del seudónimo G. Cain que utilizaba Guillermo Cabrera Infante para firmar sus ya míticas crónicas sobre cine. No es difícil emparentar, sobre todo por lo estimable del estilo literario de ambos, el presente libro con la obra de aquel, un vínculo que el propio Cane no trata de disimular precisamente cuando arranca su prefacio con el lema Sic transit Gloria Swanson... que también utilizara en su día el autor de La Habana para un infante difunto, aunque él se refiriera a otra Gloria (Grahame).


Gloria Swanson


Pero el escritor cubano y cinéfilo redomado no es el único referente que nos trae a la memoria la efigie de Cane y su ya les adelanto que indispensable libro: hijo bastardo (sin que sea un insulto, ni mucho menos) del Truman Capote más chafardero y el Kenneth Anger del inagotable Hollywood Babilonia, el autor repasa filias y fobias -desternillante las no menciones a Tom Cruise, al que confesamente detesta-, construye homenajes y destapa chascarrillos a diestro y siniestro, y consigue mientras tanto enseñarnos de cine casi tanto como de él mismo (que no es poco). En resumidas cuentas: creo que el Diccionario de cine de Fernando Trueba -otro libro con el que puede emparentarse fácilmente este de Miguel Cane- ya no está solo en el podio como mi diccionario cinematográfico de autor favorito.