Café-Bar Cinema. Cafés, bares y clubes de películaJesús LensGranada, Almed, 2011454 pp. (+ 16 láminas) - 24 €
Como ya dije
en cierta ocasión, tenía mucha curiosidad por leer este libro, y no solo porque el tema que trata me interesase bastante (que también): a ningún visitante habitual de esta página dedicada a los libros de cine, o incluso a nuestro blog hermano mayor
Abandonad toda esperanza, se le escapará que Jesús Lens, el autor del presente
Café-Bar Cinema, fue quien escribió con el que esto firma aquel
Hasta donde el cine nos lleve, subtitulado "Viajes y escenarios de película", que como el presente publicó la editorial granadina
Almed.
Casablanca: Rick's, uno de los más famosos locales de cineEn la gestación del presente proyecto, el también autor del indispensable blog
Pateando el mundo me sugirió la posibilidad de encararlo de nuevo a cuatro manos. Por un lado, la oferta resultaba atractiva -el libro que escribimos entre ambos nos deportó no pocas alegrías-, pero por otro la necesidad de llevar a cabo algunos proyectos pendientes me llevó a declinar el ofrecimiento. Lens, lejos de amilanarse -cualquiera que lo conozca personalmente sabrá que el verbo
amilanar no se encuentra en su diccionario-, decidió acometer la faena en solitario. Y vaya si lo consiguió: el resultado de su cinefilia y su tesón es este libro de más de cuatrocientas páginas que ya puede encontrarse en las librerías.
Barfly, El corazón del ángel, Sin City...
Mickey Rourke, de bar en bar Café-Bar Cinema sigue una estructura pareja a la de
Hasta donde el cine nos lleve: una historia personal e intransferible -ahora todavía más, al ser una autoría no compartida- del séptimo arte a partir de un tema en concreto; si allí fueron los viajes, los escenarios y los medios de transporte como símbolos de la naturaleza itinerante del ser humano, Lens apuesta ahora por todo lo contrario: por un lugar de descanso y esparcimiento donde hasta los más nómadas se detienen en alguna que otra ocasión: el bar. O la cafetería, el restaurante, la posada, la cantina o el club social de turno.
La taberna del irlandés: Lee Marvin y John Wayne,
a las órdenes de John FordPodrá argumentarse que esta no es más que una excusa para escribir de las películas que a uno le apetezca... y no sería faltar a la verdad. Ya al hilo de
Hasta donde el cine nos lleve, y en cualquiera de las presentaciones de dicha obra -más de
una y de
dos oficiadas por el escritor Fernando Marías, a la sazón autor del prólogo del presente libro-, los autores manifestamos que el punto de partida era eso, un mero punto de partida, que nos dejaba si no manga ancha, sí un cierto margen amplio de movilidad para desarrollar filias y fobias, pero sobre todo filias, particulares en esto del gusto cinéfilo.
La cara más amarga de la hostelería:
el alcoholismo de Días sin huellaAsí, aunque en una primera parte de este libro que lleva por subtítulo "Cafés, bares y clubes de película" se sigue un cierto orden temporal -"El mundo antiguo y medieval", "Los Bárbaros", etc.-, enseguida se atiende más a una clasificación de carácter geográfico, para luego tratar temas, aspectos, géneros y realizadores muy concretos. Así, uno de los capítulos está dedicado a una nómina de directores que al autor le parecen significativos del tema tratado: así, por las páginas de
Café-Bar Cinema se dejan ver
Woody Allen, Mariel Hemingway y el Elaine's de
Manhattan,
David Lynch y la discoteca de
Corazón salvaje,
Quentin Tarantino y las camareras sin propina de
Reservoir Dogs, Michael Mann y la mesa de restaurante que compartieron Robert De Niro y Al Pacino en
Heat, o
Martin Scorsese y los billares de
El color del dinero.
Michael Mann dirige a Pacino y De Niro en HeatDe esta manera, la estructura del libro, sin ser ni mucho menos casual, sí permite tanto leerlo de corrido, como si de una novela se tratase, o a salto de mata, como quien lee un poemario, una enciclopedia o un diario personal. Por ello no es de extrañar que no arranque con los albores del cine -aunque Lens sí se acordará de la famosa
Riña en un café de Fructuoso Gelabert, primera producción patria de ficción-, sino en un establecimiento tan poco recomendable como a la postre muy atrayente: La Teta Enroscada de
Abierto hasta el amanecer, donde la Satanico Pandemonium que encarna Salma Hayek y que filma Robert Rodriguez con la colaboración de su compinche Tarantino lleva a cabo un numerito que nadie que haya disfrutado habrá podido olvidar.
Salma Hayek encandila a Tarantino (y al espectador)
en Abierto hasta el amanecerA partir de ahí se sucederán sin descanso cientos de bares fijados en la retina del autor en tanto que espectador gracias a otros tantos cientos de películas, y junto a películas muy conocidas o incluso consideradas como clásicos incontestables del cine (
Casablanca,
Días sin huella,
El hombre tranquilo,
La dolce vita,
El Padrino y otros muchos títulos de oro) aparecen, y esto es más de agradecer, filmes estupendos que no son tan tenidos en cuenta como se merecen. Este es el caso de joyas como
El invisible Harvey,
El silencio de un hombre,
Asesinato por decreto,
El corazón del ángel o, centrándonos en nuestro cine, la magistral
Los lunes al sol, el documental sobre jazz latino
Calle 54 o la muy reciente (y soberbia)
No habrá paz para los malvados.
José Coronado, a punto de tomarse una copa
en No habrá paz para los malvadosPor supuesto, el
western cuenta con un lugar destacado, arrancando gracias al
saloon en el que empieza
Río Bravo, una de las (muchas) obras maestras de
Howard Hawks. Tampoco faltan los locales de
Johnny Guitar o de producciones más recientes como
Sin perdón o
Lone Star, aunque como no podía ser de otra forma, y frente a Nicholas Ray,
Clint Eastwood o un merecidamente reivindicado John Sayles, es el gran John Ford quien se lleva la parte del león gracias a filmes inolvidables como
Pasión de los fuertes,
Centauros del desierto o
El hombre que mató a Liberty Valance.
Dean Martin, un sheriff con problemas
con la bebida en Río BravoPero, por supuesto, en este
Café-Bar Cinema visitaremos muchos más negocios: los locales de ocio de Las Vegas que muestran
Bugsy,
Casino o la reivindicable
Showgirls, los clubes de
Cocktail o
El bar Coyote, o los establecimientos que salpican la geografía de África, Asia y Oceanía, desde películas tan aplaudidas como
Sólo los ángeles tienen alas o
Memorias de África a productos tan inanes, pero de indudable éxito, como
Cocodrilo Dundee y sus secuelas... Para terminar, como en
Hasta donde el cine nos lleve, con el futuro: esta vez, el de
La naranja mecánica,
Blade Runner o la saga
Star Wars.
El futuro de La naranja mecánica empieza
en un bar de copasPero no es esta exhaustividad donde radica el mayor acierto de
Café-Bar Cinema, aunque sea uno de sus principales atractivos. Lo mejor del presente libro es la interdisciplinariedad, rasgo representativo de cualquier empresa cultural que Lens acomete: el cine es tan solo uno de sus intereses, y la televisión, la música, la literatura, el cómic o la pintura son otras disciplinas que también se convierten en objeto de debate en las páginas de
Café-Bar Cinema. Así, la pequeña pantalla (cuya ficción vive un momento de esplendor, qué duda cabe), es presencia habitual en este libro gracias a producciones como
Los Soprano,
Perdidos,
Roma,
Mad Men,
Treme o las más veteranas
Cheers,
Twin Peaks,
Doctor en Alaska o la superviviente contra viento y marea
Los Simpson. Pero también saltarán al paso del lector unos versos de un poema de García Lorca o de un tango de Carlos Gardel, un cuadro de Edward Hopper o un disco de Tom Waits, pasajes de la novela negra del siglo XX (de Chester Himes a Lawrence Block), o citas de intérpretes de jazz o de cómics de
Alan Moore o Frank Miller. Todo ello, esto sí, perfectamente hilado y justificado.
¿A quién no le ha apetecido alguna que otra vez
tomarse una copa en Cheers?Por si esto fuera poco, el autor se encarga de pasearnos cual guía turístico por los locales tal y como existen en la realidad, muchos de ellos convertidos en lugares de peregrinaje para los fanáticos de las películas o las series de televisión en cuestión, si no lo eran ya por otras razones: del Moulin Rouge inmortalizado en el cine por John Huston y Baz Luhrmann al Bada Bing! de
Los Soprano, pasando por el Café des 2 Moulins donde trabaja Amélie Poulain o la cafetería del orgasmo fingido más famoso de la historia del cine (el de Meg Ryan en
Cuando Harry encontró a Sally). Así,
Café-Bar Cinema es tanto un libro sobre cine como una guía de viajes (reales o no: sus páginas están salpicadas de direcciones de Internet con visitas virtuales) de lo más útil para el aficionado.
El café de Amélie, visita obligada para los fanáticos
del film (o de Audrey Tatou)Dicho esto, ¿puede echársele en cara a este
Café-Bar Cinema algún aspecto negativo? En efecto: podría destacarse que en algunos momentos el texto adolece de algún que otro pasaje descompensado, como el de dedicar once páginas a
Bajo el volcán, por más que el triángulo formado por Malcolm Lowry, John Huston y México resulte fascinante, frente a una mera mención a la, de acuerdo que más discreta,
Resacón en Las Vegas. Pero esto es
pecata minuta, mientras que el principal problema del libro resulta intrínseco a su naturaleza: habrá que decir aquello de "no están todas las que son, pero sí son todas las que están", como advertencia para que todo aquel lector que no encuentre en su interior la que para él pueda ser
la película sobre bares definitiva no se sienta estafado: si hubiese que atender a todas las peticiones del respetable, el presente libro sería un
work in progress que se prolongaría
ad aeternum...
Resacón en Las Vegas: los protagonistas,
antes de correrse una juergaPara satisfacer esta posiblidad, así como para su interés por las nuevas tecnologías y la interactuación del autor con el lector, Lens creó
esta página en Facebook. Échenle un vistazo, y participen directamente en dos historias, la del cine y la de este libro, que todavía se están escribiendo. Y luego cuéntenselo a sus familiares y amigos en su bar de confianza.