Ángel Fernández-Santos
Barcelona, Debate, 2007
256 pp. - 19,90 €
Las siluetas de cuatro hombres salvajes -Ben Johnson, Warren Oates, William Holden y Ernest Borgnine- que se dirigen sin remedio hacia una muerte segura reciben al lector desde la nueva portada de la recuperación, a cargo de Debate, de Más allá del Oeste, libro que es, digámoslo ya, un clásico contemporáneo de la crítica cinematográfica en España.
Publicado por vez primera en 1988, este libro de Ángel Fernández-Santos no es un análisis pormenorizado y profuso en datos de las cintas que han acabado conformando y definiendo a un género (en este caso el western, la literatura épica de los Estados Unidos en celebrada definición de Jorge Luis Borges), sino un acercamiento personal de su autor a una serie de películas y realizadores por las que siente gran admiración.
El malogrado Fernández-Santos, autor también de Maiakovski y el cine (1974), pasará a la historia, además de por su trabajo como guionista cinematográfico (que incluye El espíritu de la colmena de Víctor Erice y varios trabajos de Francisco Regueiro), como el crítico cinematográfico titular del diario El País durante casi veinticinco años: una labor ingente que ha permitido que en estos días la editorial haya publicado también La mirada encendida, una recopilación de sus críticas en diversas publicaciones, pero con profusión de reseñas para el citado periódico.
No obstante, su mejor libro, entendiendo este concepto como obra cerrada y unitaria, es este Más allá del Oeste, que repasa clásicos imprescindibles de aquel cine que fue llamado en el pasado "películas del Oeste", como La diligencia, Centauros del desierto, El hombre que mató a Liberty Valance, Río Bravo, Eldorado, Winchester 73, Tierras lejanas, Solo ante el peligro, Johnny Guitar o Encubridora; así como las constantes de sus autores, nombres considerados hoy como grandes cineastas que han trascendido el género: es el caso de Howard Hawks, Anthony Mann o, muy especialmente, John Ford.
Aunque el western clásico es el gran protagonista del libro, el autor no olvida lo que podríamos llamar post western, con muestras del denominado western crepuscular, y también del spaghetti western: de esta forma, pasean por las páginas del libro filmes como La balada de Cable Hogue de Sam Peckinpah, Las aventuras de Jeremiah Johnson de Sydney Pollack o El bueno, el feo y el malo de Sergio Leone.
Todos estos, películas y directores, jalonan los cinco ensayos ("Una tragedia de nuestro tiempo", "Pecado original", "El gran desacuerdo", "En territorio hostil" y "La caza del hombre") que conforman el grueso de la obra, y que aparecen salpicados de multitud de diálogos memorables, que recuerdan una época dorada de Hollywood en cuanto al talento de sus guionistas (los antecesores de esos que hoy se declaran en huelga), y que son extraídos directamente para la ocasión de las propias películas, por parte de un fanático del cinematográfo que supo transmitir en sus textos el amor que sentía por el séptimo arte.
De esta forma, ideas y conceptos como el espíritu de la frontera, la aparición del ferrocarril o la violencia innata en todo ser humano son tratados por Fernández-Santos con una prosa cuidada, y un mimo exquisito, que hacen de Más allá del Oeste no un sesudo análisis del lenguaje cinematográfico, sino un libro sobre cine, en concreto sobre el género que más hizo por popularizar este arte del siglo XX, y que -como suele decirse, y en este caso es un gran elogio- se lee como una novela.
(El libro incluye un encarte de 16 páginas con fotografías, así como una bibliografía y un índice onomástico al final.)
[Imágenes: Solo ante el peligro; La diligencia; El bueno, el feo y el malo; James Stewart, John Ford y John Wayne durante el rodaje de El hombre que mató a Liberty Valance.]
2 comentarios:
Dan ganas de tenerlo la verdad, y en mi caso, con lo clásico que soy y lo que me gusta el género te puedes hacer una idea.
Lamentablemente mis ganas de tenerlo son inversamente proporcionales al tamaño de mi bolsillo, sniff.
Gracias, me has convencido. Echaba tanto de menos sus críticas en El país... Ya tengo La mirada encendida, pero éste no lo conocía.
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