AA.VV. (Jesús Palacios, coord.)
San Sebastián, Donostia Kultura, 2009
250 pp. - 22 €
Una de las colecciones de libros de temática cinematográfica que más alegrías le ha deparado al que suscribe estas líneas es la auspiciada por la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián: una colección de volúmenes anuales que, en relación con uno de los ciclos estrella de cada una de las ediciones de dicha Semana, ha estudiado desde una perspectiva plural tanto el trabajo de realizadores destacados del género (no solo de nombres comunes y esperables como John Carpenter o David Cronenberg, sino también de figuras de culto como Larry Cohen y William Lustig) como cinematografías destacadas, atendiendo a países y épocas de producción, habiendo dado luz a volúmenes tan indispensables como los dedicados al cine de terror japonés, al español (este en dos entregas) o al "American Gothic" de los años 70.
Unido a esta colección desde su mismo arranque se encuentra Jesús Palacios, un crítico al que algún día se le reconocerá como merece su importancia a la hora de tratar temas, rasgos, géneros y/o autores que por lo general son olvidados por los popes del análisis cultural. Ya en el inaugural Cine fantástico y de terror italiano, Palacios demostró con su ensayo sobre Lucio Fulci que se puede estar o no de acuerdo con sus ideas, pero que estas siempre se construyen sobre un sustento férreo, una filosofía propia por así llamarla. Dicha filosofía vuelve a quedar patente en sus aportaciones a la última entrega de la colección, Métal Hurlant y el cine fantástico, coordinada por entero por el propio Palacios.
El tema central del presente volumen, claro está, es poner de manifiesto los vínculos existentes entre la célebre revista de historietas francesa y el cine fantástico de su época y de la nuestra. Unos vínculos que, como se demuestra en varias ocasiones a lo largo del libro, van más allá de las carreras cinematográficas de los autores de cómic que se vieron implicados en aquella mítica cabecera desde su aparición en 1975 hasta su defunción en 1987.
Fueron estos doce años de dificultades económicas continuas pero de brillantez creativa sin parangón: desde que naciera a partir de las revueltas protagonizadas por un grupo de autores de la mítica Pilote frente al conservadurismo de su director, René Goscinny (padre, junto a Albert Uderzo, del mítico Astérix), Métal Hurlant se convirtió en un cóctel aglutinador de algunos de los más grandes talentos de la bande dessinée del momento, capitaneados por el dibujante Philippe Druillet, el guionista Jean-Pierre Dionnet y, sobre todo, un nombre que se consolidará como la figura más importante de la publicación por su presencia continua y por el alto nivel de su obra: Jean Giraud, también conocido como Moebius.
Giraud, que entonces gozaba del prestigio como dibujante del Blueberry escrito por Charlier, necesitaba de expresarse libremente dando rienda suelta a las ideas que poblaban su mente, muchas de ellas cercanas a la ciencia ficción, y que no tenían cabida -por lo explícito de sus contenidos y lo arriesgado de muchas de sus propuestas- en la citada Pilote. Así, Métal Hurlant nació como un reducto de libertad que marcaría la estética de toda una época... y no solo en el cómic, sino también -y muy especialmente- en el cine.
De eso trata el presente volumen, aunque se agradece que Palacios haya dado cancha a críticos especializados en la historieta tanto como en el séptimo arte. Así, el guionista, crítico y traductor Lorenzo F. Díaz abre el fuego con un breve artículo que sitúa a Métal Hurlant en su momento, explicando su origen y su muerte (anunciada). Dicho artículo es el complemento perfecto para el texto redactado por el propio coordinador de la obra, que se circunscribe al título del volumen y subraya la importancia capital de un film que nunca llegó a rodarse: el Dune de Alejandro Jodorowsky. Dicho film contó con una preproducción costosa y muy elaborada, que relacionó a figuras indispensables a la hora de entender la estética fantastique de Métal Hurlant, como el suizo H. R. Giger, el norteamericano Dan O'Bannon y el propio Moebius. Así, de las cenizas de un proyecto frustrado surgieron ideas que Jodorowsky plasmó en cómics como El Incal -su más exitosa colaboración con Moebius, después del inaugural y breve Los ojos del gato-, así como la unión de Giger y O'Bannon con Ridley Scott, realizador contratado para sustituir al psicomago chileno... y que al final tampoco pudo llevar al proyecto a buen puerto. Pero el británico Scott acabaría sumando buena parte de estos talentos en su grandiosa Alien, el 8.º pasajero, mientras David Lynch acababa materializando un polémico Dune en pantalla grande que no satisfizo a casi nadie, el propio director incluido.
Así, Dune y Alien se erigen como dos de los tres proyectos de la ciencia ficción cinematográfica más influyentes del último cuarto del siglo XX. El tercero en discordia sería, claro, Blade Runner, también firmada por Scott y a decir de muchos un plagio de "The Long Tomorrow", historia escrita por Dan O'Bannon y dibujada por Moebius... y publicada en dos entregas en Métal Hurlant. Solamente la existencia de estos tres proyectos justificarían la importancia de la revista gala a la hora de entender la evolución del cine fantástico y de ciencia ficción en los últimos siete lustros. Pero hay más, claro: Jodorowsky, de forma paralela a su labor como guionista de cómics, escritor y psicomago, desarrolló una filmografía como cineasta tan particular como polémica, con títulos tan destacados como El Topo, La montaña sagrada o Santa Sangre; por su parte, Moebius trabajó en cintas tan importantes desde un punto de vista generacional y técnico como Tron, sin olvidar cintas francesas como El quinto elemento de Luc Besson -un film que no existiría tal y como lo conocemos sin el legado artístico de Métal Hurlant- o Blueberry: La experiencia secreta, tan fallida como por momentos fascinante adaptación firmada por Jan Kounen.
Como decíamos, Jesús Palacios ha dejado espacio a la crítica de la historieta: así, es el crítico y guionista Borja Crespo el encargado de realizar una completa semblanza de Jodorowsky, no olvidándose de ninguno de sus largometrajes y tampoco dejando pasar ninguno de sus cómics, desde los más míticos (algunos ya citados, a los que cabe sumar La casta de los metabarones, El lama blanco y El corazón coronado) a trabajos más recientes como Bouncer, Los Borgia o Pietrolino. De igual forma, es el autor del espléndido Modotti Ángel de la Calle quien firma el repaso a la obra de Enki Bilal, el yugoslavo de nacimiento pero francés de formación que, pese a su escasa colaboración en Métal Hurlant, debe ser considerado como una de sus figuras más influyentes. De la Calle, como autor que es, repasa pormenorizadamente la carrera de Bilal como dibujante, desde sus inicios en Pilote hasta el reciente Animal'Z, atendiendo al desarrollo de su técnica gráfica.
Las otras personalidades que cuentan con un capítulo propio son, claro, Moebius -cuya sombra, por otra parte, planea por encima de toda la obra-, aquí comentado por Rubén Lardín; el citado Giger, diseñador del mítico alien de Ridley Scott, retratado por Carlos Arenas; y Marc Caro, co-autor de Delicatessen y La ciudad de los niños perdidos junto a Jean-Pierre Jeunet, y que aquí cuenta con el crítico Antonio José Navarro como firma autorizada.
Así pues, estamos ante un volumen completísimo -el arquitecto y crítico de cine Jorge Gorostiza atiende al diseño de producción influenciado por las historietas de Métal Hurlant, mientras Adolfo Reneo da cuenta de los filmes de animación vinculados a los autores de la revista, con El planeta salvaje de René Laloux al frente-, que abre posibilidades críticas y que desvela nuevas maneras de mirar tanto los filmes más conocidos (y algunos desconocidos) del cine fantástico contemporáneo como las historietas que marcaron a varias generaciones de lectores de cómic, ya fuese en su Francia natal como en Estados Unidos a través de Heavy Metal o en la misma España en diversas cabeceras de la factoría de Josep Toutain. Una pieza indispensable, pues, para entender la obra de algunos de los mejores fabuladores de la ficción fantástica de nuestro tiempo... sea cual fuere el campo elegido para hacerlo.
[Imágenes: Jesús Palacios, Métal Hurlant n.º 1, Jean Giraud 'Moebius', Starwatcher, Dune, primera página de "The Long Tomorrow", Enki Bilal, Delicatessen, El planeta salvaje.]
1 comentario:
Al fin se está puliendo el cine pensando un poco más allá del gringo. Y claro, con el cine moderno y sus apuestas nuevas desde comienzos de los setenta ha acarreado toda una ola por demostrar que lo bueno también viene en español, en japonés, chino e italiano.
Los ciclos de cine extranjero se ven continuamente y las etapas de desarrollo están en un proceso muy positivo.
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