Ray Harryhausen. El maestro del stop-motion
Carlos Díaz Maroto
Madrid, Calamar, 2010
288 pp. - 28,50 €
Aunque ya podíamos encontrar un par de referencias bibliográficas con su figura como principal protagonista -El mundo mágico de Ray Harryhausen de J. L. Fernández-Rebollos, editado por el Festival de Cine de Gijón, y el volumen colectivo Ray Harryhausen. Creador de monstruos, publicado por Maia el año pasado-, este técnico de efectos especiales, cuya mera mención nos trae a los cinéfilos tantos recuerdos relacionados con el cine fantástico que disfrutamos en los cines y en la televisión durante nuestra infancia, bien merecía un nuevo análisis pormenorizado de sus aportaciones al séptimo arte realizado en España, país que vio varios de sus rodajes. La oportunidad se manifiesta con este Ray Harryhausen. El maestro del stop-motion que acaba de publicar Calamar Ediciones.
El libro en cuestión viene firmado por Carlos Díaz Maroto, crítico cinematográfico especializado en el cine fantástico de factura clásica, como demuestran otros títulos de su producción como Los hombres lobo en el cine o King Kong. El rey del cine, ambos editados por Jaguar. Nadie mejor que este escritor madrileño para desgranar la vida, obra y milagros -nunca jamás la etiqueta de "y milagros" le vino mejor a otro que no fuera este mago del celuloide- de Ray Harryhausen, desde sus primeros pasos profesionales sin acreditar en producciones de animación de George Pal y documentales bélicos firmados por los cineastas Frank Capra y Anatole Litvak hasta Furia de titanes, de 1981, último largometraje en el que se encargó de los efectos especiales... sin olvidar los proyectos que nunca se terminaron y/o jamás llegaron a ver la luz, y a los que Díaz Maroto dedica una atención especial digna de encomio.
Así, después de tres epígrafes dedicados a glosar los efectos especiales más primitivos del séptimo arte -esto es, los antecedentes del propio Harryhausen- así como los primeros años profesionales de este maestro de la animación fotograma a fotograma, el libro se articula mediante una propuesta de capítulo por film, empezando por El gran gorila -una secuela del éxito de King Kong, ahora dirigida en solitario por Schoedsack y quedando Cooper como coproductor junto al gran John Ford- y siguiendo por cintas tan celebradas por los amantes del cine fantástico y de serie B como El monstruo de tiempos remotos, Earth vs. the Flyning Saucers o 20 Million Miles to Earth.
A continuación aparece ya la que sin duda es una de las obras maestras de Harryhausen, y por extensión una de las cumbres del cine de fantasía: Simbad y la princesa, dirigida por Nathan Juran y primera de las tres películas que Harryhausen dedicara al célebre marino. Tampoco faltan, claro, joyas como Jasón y los argonautas, Hace un millón de años -unica producción de la mítica Hammer que contó con Harryhausen, y film de ambientación prehistórica a mayor gloria del rotundo físico de Raquel Welch- o la muy curiosa y reivindicable The Valley of Gwangi, inédita en nuestros cines pero emitida por algún canal de televisión patrio muy de vez en cuando.
Como todo buen libro de cine, además del valor intrínseco del texto su contenido ha de entrar por los ojos... más todavía si la obra se orienta a comentar el trabajo de alguien como Ray Harryhausen, dedicado a materializar criaturas imposibles surgidas de los sueños más maravillosos -y de las pesadillas más horribles- de los hombres. Para ello se ha contado con la colaboración y el beneplácito de The Ray & Diana Harryhausen Foundation, que ha aportado no solo fotografías de los filmes, sino dibujos y bocetos del propio Harryhausen, la mayoría prácticamente desconocidos hasta la fecha para el lector medio y a la postre un auténtico tesoro para el aficionado.
Completan la oferta, repleta de anécdotas de índole histórica sobre el desarrollo de los proyectos y los rodajes de los filmes, un capítulo dedicado a los proyectos no rodados de Harryhausen -nada menos que 34 páginas sobre los mismos, demostrando el ingente trabajo de documentación del autor- y otro que retrata la relación del artista con el cómic, cuyo mundo también ha demostrado conocer Díaz Maroto en alguna que otra ocasión gracias a artículos y traducciones dedicadas al mismo.
La filmografía y la bibliografía pertinentes cierran un trabajo de investigación al que solo se le puede poner una pega: se echa de menos un mayor juicio crítico sobre los filmes en cuestión, más allá del trabajo técnico de Harryhausen (este sí enjuiciado con más enjundia), y que en la mayoría de las ocasiones se reduce a una mera mención de pasada. Por lo demás, como instrumento de documentación su interés es irreprochable, y como fuente de disfrute y gozo para el cinéfilo, también.
Para terminar, y como suele ser costumbre al hablar de las publicaciones de Calamar, merece la pena destacarse el diseño y maquetación del libro, firmado por el propio editor Miguel San José Romano, que demuestra un gusto exquisito tanto en una faceta de su labor como en la otra: estamos ante un libro que, como sugeríamos antes, se disfruta ya ojeando y hojeando sus páginas, pues en ellas el lector encontrará numeroso material gráfico que lo retrotraerá a épocas y técnicas pretéritas en las que el espectáculo del cine se ganó el calificativo de mágico. Algo que últimamente, como ya sugiere Díaz Maroto en la presentación que abre el volumen, está empezando a perderse, esperemos que no para siempre.
3 comentarios:
Ahora estoy más delgado que en esa foto...
;)
Gracias por tus palabras.
Carlos Díaz Maroto
Y yo más gordo, maestro, y yo más gordo... :-)
No hay de qué. Se las tiene merecidas, por profesional.
Y yo ahora además tengo gafas, como vosotros dos.
El tiempo no pasa en balde...
Un abrazo.
Carlos.
Publicar un comentario